jueves, 6 de marzo de 2008

Quien

Cuando nací, no pude ver mi cara. Fui creciendo y jamás pude identificarme frente a un espejo. Me sacaron una foto a los cinco años: con un vestido verde y unos zapatos de charol. Eso me lo contó la abuela, porque la foto era blanco y negro. También me contó que esa era yo a los cinco, pero no le creí. Con ese pelo enredado... y esa sonrisa... y esas manos. No, no le creí. Ella insiste y lo asegura, dice que hasta recuerda qué temperatura hacía el día en que me la sacaron, pero yo no puedo creerle.
Desde entonces –desde que la abuela rescató la foto váyase a saber de qué rincón- la he llevado siempre conmigo. Y si siento un poco de confianza en alguien, muestro la foto a ese alguien, y le digo: “¿te parece que esta pueda ser yo?”. Casi siempre pasa lo mismo: el sujeto me mira, después se ríe, y termina por no contestarme nada. ¿Tan distinta seré? (pienso, en caso de que sea cierto) y entonces vuelvo a guardarme la foto en el bolsillo, cada vez con más angustia.

¿Quién soy?

Mi nombre no me nombra. Esto no es nuevo. Esa foto de los cinco no asegura nada. Y de bebé, fotos no tengo. Creo que es mejor. Si podría haber sido un bebé como cualquier otro... podrían mostrarme la foto de cualquier bebé y decirme que soy yo, porque todos los bebés son iguales. Yo soy igual a cualquiera, yo no me diferencio. Yo, un bebé más.

De grande no he querido sacarme fotografías. Una vez me tomaron una –de sorpresa, en un cumpleaños- y me dio pavor no reconocerme después. ¿Cómo? ¿Esa soy yo? No lo creo. Los otros si creían. Los otros siempre creen y quieren hacerme creer. Me quieren convencer. Yo no creo. Yo no soy. Yo nunca me he visto. Los espejos mienten, recrean algo ficticio. Yo me toco en el espejo y no me siento. Yo no estoy ahí.

¿Cómo puede ser?

Ah, sí. Tengo una foto carné, ahora que lo pienso. La de los dieciséis años. Nunca un fraude mayor. ¡Por favor! Ahí sí que tuvieron que hacerme firmar mi nombre frente a un escribano para que alguien justificara que esa que aparecía en la foto era yo misma. ¿Yo misma? ¿¡Yo!?

Yo... un problema para el analista. Dicen que hay un yo encerrado en este cuerpo. Todavía mejor: que yo soy ese cuerpo. Yo y cuerpo parece que lo mismo... cruda mentira. Cruda mentira porque no se puede probar: primero, que yo sea un ente que viva en mí, y muchísimo más grave aún: que los demás (no sé con qué autoridad) se atrevan a decir al verme que yo soy eso que ven. ¡Como si esta cara pudiera ser sincera! ¡Cómo si esas manos se movieran a mi antojo! Lo que ven no es lo que es. Es muy viejo eso ya de que los sentidos engañan.
En fin. Voy a volver a la foto carné. Foto, que –hay que decirlo- ojeo cada vez que puedo, que gasto con mi mirada escrutadora, que intenta captar, cada vez que la mira, algún rasgo de verdad. La verdad... la verdad... una quimera.

¡Qué triste y qué sola estoy con este dilema! Al socializarlo con los demás, “los demás” no creen que pueda estar hablando en serio. No entienden del sufrimiento. Me dicen que yo soy yo, como si eso aclarara las cosas... no hace más que confundirlas

¡Qué perversión eso de las fotografías! ¡Peor invento es el cine! ¡Qué espeluznante es ver a los muertos en la pantalla como si vivieran! ¡atrapados, eternizados en esas macabras cintas de celuloide! No, eso sí, nunca dejé que me filmaran...

En fin... ¿podré conocerme alguna vez? ¿podré saber quién soy en realidad? Pues en la “realidad” en la que todos convenimos llamar “realidad”, soy un extraño, un ciudadano más que al caminar por las calles parece formar parte de la gente, como si todos esos otros también fueran ellos mismos, como si el hecho de andar vestidos parecidos, les diera derecho a decir que son.

En fin... la soledad....

Algún día me gustaría probarme que realmente existo. Alguna vez quisiera tener una linda y profunda charla conmigo. Cuando me encuentre, claro. Por el momento... me sigo buscando. No pierdo la esperanza. Tal vez en la muerte esté la tan ansiada “verdad”

1 comentario:

juan pablo dijo...

hola mariela!!!
muy bueno ese, te felicito.
Siempre mejor tarde que nunca,je,je.
Recién hoy pude entrar a leerlos,en fin, espero seguir teniendo noticias tuyas.
Besos,
Juan