viernes, 20 de junio de 2008

Ensolecido

Ese dermiplano estaba torcido y embelesado por la perfidia hipnótica de quien lo estaba engenerando y rasponeando continuamente y sin parar, y sin involucrarlo en la tonta teoría de lo caucásico y lo meliático lo metonílico. Así que su mesías, sumelías, su mediómano lo volvió a mirar, y lo mironeó hasta grabárselo en la mente blanca y clara y lunóesena, y luego lo descolgueó, lo emancipó, lo enrastroneó hasta dejarlo abajo, muy abajo, en el fondo de lo úrbeo: en lo timódeo. Y tironeó fuertemente, vilmente, para encastrarlo en lo amarillo, en lo yemoico, en lo genómano. Y tanto val cántamo a la fonte que se enrompe, y se rompió, se lastimó, se hizo nana. ¡Quemacana! Quedose sólo otra vez.

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