viernes, 24 de abril de 2009

Antojos

(Un hombre y una mujer sentados en un banco de plaza)

Mujer- Tengo ganas de comer castañuelas
Hombre- Querrás decir “castañas”
Mujer-No, castañuelas.
Hombre-¿Castañuelas, de las españolas?
Mujer-Podrían ser de España, sí…
Hombre-(soberbio) Claro, te entiendo, pero te corrijo porque me parece que estas equivocada. Qué graciosa… seguramente por la sonoridad confundiste “castañuelas” con “castañas”.
Mujer –También podría haber dicho “Cañuelas”. Dije “castañuelas”. Estoy segura de lo que digo. Es lo que siento ¿querés que te dé una trompada?
Hombre-No, ¿por qué?
Mujer-Me estás provocando. Yo sé muy bien lo que digo.
Hombre-Está bien...
Mujer-¿Dónde consigo?
Hombre-En una casa de música, pero no se comen.
Mujer-¿Las casas de música?
Hombre-Ni las cajas de música
(La mujer lo mira amenazante)
Hombre-(temeroso) Ni las castañuelas
Mujer- Me gustaba como las preparaba mi abuela, mi pobre abuelita –que el diablo la tenga en la gloria- ¡qué ricas las castañuelas! Las doraba a fuego lento como un malvavisco y yo me regodeaba de sólo mirarla.
Hombre-¡Qué hermoso recuerdo!
Mujer- Será por eso que hoy, que hace frío, siento ganas de comer castañuelas… ¿En dónde puedo conseguir?
Hombre-¿Tu abuela era de Galicia?
Mujer-No se contesta a una pregunta con otra pregunta. Significa que los dos estamos intrigados. Eso no puede ser. Tiene que ser soluble.
Hombre-Pero vos no planteaste ningún problema y yo tenía curiosidad sobre otro asunto.
Mujer-La curiosidad mató al gato ¿no sabés?... ¿qué importa si era de Galicia? Si acá a todos los españoles se les dice “gallegos”...
Hombre-¿Vos cuándo decís “castañuelas” están queriendo decir otra cosa?... ¿cómo cuando se dice “María”?
Mujer-María ¿qué?
Hombre- “María”... vamos... “blancaflor”
Mujer-Te fuiste realmente lejos. Yo estoy hablando de un deseo, y ahora que lo pienso… de un recuerdo y de nostalgia, de algo profundo. ¡Cuánta nostalgia! ¡Quiero a mi abuela!
Hombre-Hoy querías castañuelas...
Mujer-¡Quiero a mi abuela! ¡pobre abuela, qué linda mi abuela! ¡Y que furiosa era! Se enojaba por nada y nos pegaba cachetazos. Ni qué decir cuando hablábamos en la hora de la siesta, o cuando le rompíamos el aloe vera o metíamos la cuchara en sus comidas antes de que las sirviera a la mesa.
Hombre-¡Era mala tu abuela!
Mujer-Era recta. Una mujer fuerte. Tuvo que criar a varios hijos sola. A mi abuelo lo perdió en la guerra, pero ella decía que bien perdido estaba. Yo sé que primero esperaba sus cartas, pero que un día vino un cartero y le trajo una pierna en una caja: era de mi abuelo, claro. Después de ahí, ella no le escribió más. Le dijo a mi papá que ni loca cuidaba a un lisiado. La cruz roja tuvo que internarlo en un hospital de los públicos. Nunca dejó que volviera a su casa.
Hombre-¡Qué mujer!
Mujer-¡Admirable, corajuda, extraordinaria! Hecha y derecha. Ella tendría sus razones... (mira al cielo) ay, abuela ¿por dónde andará tu alma ahora? (a él) Lo único que quería la santa, es que no existiera vida después de la muerte, ni lugares “transitorios” para no tener que volver a encontrarse con mi abuelo. Pobre vieja… ¡Qué ricos hacía los panqueques de melones!
Hombre-¿Melones? El melón mojaría la masa...
Mujer-¿Qué sabés vos de preparaciones tropicales? Ella en cambio, era una experta. Y ahora quisiera también panqueque de melón y rosas en salmuera.
Hombre-¡Una cocinera verdaderamente extraña!
Mujer-¡Exquisita! Sus comidas eran gourmet ¡Qué delicia, por dios! Y ahora quiero castañuelas...
Hombre-Ya entiendo lo de las castañuelas. Era literal...
Mujer-Vos sos literal... chato... ¡qué poco conocés del mundo! Te sorprenderías si te dijera que en casa se comía mono como vos comerías el atún en lata... y sándwiches de clavicordio (muy difíciles de conseguir, por cierto) y medias al escabeche. Empanadas de crisantemo, pescuezos de pescado a la plancha, confituras de bambú...
Hombre-Yo una vez comí “sushi”. Eso no es chato. Es japonés.
Mujer-Claro, el japonés no es chato (bah, de cara sí) pero culturalemente, digo. Vos sí, vos sos chatísimo. ¡chatísimo, cha, cha, cha! (Se ríe. Lo fastidia)
Hombre- (Se levanta) Me parece que me voy a ir. Ya me estás molestando...
Mujer-Pará, no te enojes...
Hombre-Y eso que no te dije que podía ayudarte con lo de las castañuelas... mi hermana bailaba flamenco...
Mujer-¿Tu hermana, la brasileña?
Hombre- Claro, Joana. Bailaba flamenco y en Brasil. ¿Qué me contás?... eso es exótico.
Mujer-Mmmm... en Brasil se baila de todo…Igual tu hermana puede ser exótica, pero vos sos chato como una hoja de papel. Chato el ñato, que no conoce nada del mundo, ni de chaco.
Hombre-Chaco es una provincia de Argentina. (orgulloso) Te embromé.
Mujer-¿Y cuál es la capital?
Hombre-Me estás cansando. Me voy.
Mujer- Pará... quiero las castañuelas.
Hombre- Las tiene mi hermana... en Australia.
Mujer-¿Pero no era que estaba en Brasil?
Hombre-Sí, pero ahora está bailando flamenco en Australia... ¿no te dije? Eso es exótico.
Mujer- Mmm... en Australia también se baila todo tipo de danza. Australia es tan exótica con su cultura y su enriquecida fauna que cualquier cosa allí es chata. Como tu hermana... familia de chatos.
Hombre-Me voy.
Mujer-Pará, son chistes. Dale, conseguime las castañuelas.
Hombre-Me cansaste, basta. Te dije que se las llevó mi hermana. Tengo un “triángulo” si te interesa... pero no sé si te lo quiero dar
Mujer-No sabría que hacer con un triángulo...
Hombre-Porque no tenés tanto “mundo” como decís; en cambio mi hermana viaja.
Mujer-Sí, pero vos nunca te fuiste ni a Las Toninas. Y el triángulo es demasiado “metálico” como para ablandarlo.
Hombre- Me lo como yo entonces. Ahora me voy a mi casa a buscarlo, y vas a ver cómo me lo preparo.
Mujer- Está bien, te va a hacer bien eso, así cuando te lo comés, te queda atrapado en la tráquea y dejás de ser chato. Vas a tener un relieve admirable.

(El hombre se levanta y se va. La mujer saca de su bolsillo un pan. Se quita una media y la pone dentro del pan, como si fuera una lonja de jamón. Come en silencio. Disfruta)

*Texto seleccionado por Argentores para el ciclo "La cocina de los Dramaturgos". Mayo de 2009

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