miércoles, 3 de octubre de 2007

Impresiones

Yo no sé si vos entendés. Parecés un gatito de trapo, de plush, de terciopelo, de una tesitura suave. Pero tenés temperatura, y es ideal, porque es tibia. Me gusta acariciarte. Son agradables tus orejas. Yo te hablo, y vos ahí, respirando. Es bueno eso. Con vos se pueden pasar las horas. Uno vive, y no se da cuenta que lo hace. Sólo sucede. No tengo que pensar en manejar mi corazón, ni tampoco preocuparme porque corra la sangre. Fluye, me atraviesa, imparable. Es bueno eso. Es fácil vivir. Muevo los ojos y ni lo estoy pensando. Te miro. No duele. Es maravilloso.

Cosas que me gustan: ver caer una pluma blanca sobre algo. Y después decir: “vi una plumita” y saborear la palabra “plumita”, decirla con toda la boca, masticarla. Sentir, que cuando digo “plumita” me estoy refiriendo a una cosa chiquita, liviana, casi incorpórea, simple, hermosa, que puede ser transportada por aire, que se apoya en algún lugar y que no lastima, algo que no hace daño, algo que pudo hacer volar mientras estuvo enclavado en una carne tibia, viva.

Cosas que se derrumban: las paredes. A mí me da impresión ver caer edificios. Pero más impresión me da ver caer hojas de los árboles, o dientes de chicos. Todavía más impresión me da ver desprenderse una uña de un dedo, o la piel de una serpiente. Si algo se cae y aplasta, eso me parece intolerable. Eso hace que se me ponga la piel de gallina. Una vez vi , desmoronarse una torta de tres pisos, y mientras cayó no hice más que llorar. Las velas que se apagaron dolieron menos.

Cosas que se llueven: los fideos llamados “cabellos de ángel” que son ricos y se utilizan en la sopa, dan una sensación de alivio cuando se los ve moverse en el agua. Uno los puede enroscar con la cuchara, y no se quiebran, ni se rompen, se enriedan cuidadosamente, con gracia.
Hay una pared en el patio, que es gris y se ha teñido de verde por el musgo que ha crecido durante años. Un caño que la atraviesa se ha roto, y sobre la musgocidad verdosa corre un hilo de agua, que cae mudo, y no cesa, y moja todo, y genera más vida. Puedo quedarme horas viéndolo. Produce una sensación de frescura.
En la playa, puedo jugar con la arena: puedo tomar un puñado y apretarla en la palma. Ésta se desliza por los dedos, y cuando uno quiere acordarse ya no queda nada. La mano está vacía, y la playa llena otra vez. Yo no he robado.

Cosas húmedas: los labios de los seres que están vivos. Las lenguas siempre están embebidas en saliva. El suelo de los pantanos, el fondo de los mares, el interior de los vientres de madres, los estanques, las ranas.

Cosas que raspan: las maderas desgastadas, a las que les quedan astillas y me lastiman. El fondo de las piletas de natación, las paredes rugosas cuando le pasás el dedo. Las lijas, los carpinchos, lo que se rompe.

Cosas caprichosas: las orejas, los caracoles, los acantilados, las cuevas, los chicos de cinco años, los pianos, el cielo, el color rojo, los horarios.

Cosas silenciosas: las almohadillas de los gatos, las estrellas, los lápices, las flores que nunca se quejan, ni cuando las cortan.

Cosas que asustan: los fantasmas, el reloj despertador, los truenos, el interior de las iglesias, la oscuridad del campo, las sillas vacías, las inyecciones.
(2005)

No hay comentarios.: