jueves, 7 de febrero de 2008

Gabriel, el obediente

Parece que mandaron a pedirle a Gabriel “que se junte con su cuerpo”, y Gabriel fue y se juntó con su cuerpo. “Que responda por nosotros, que se acabe ese tormento” pedía la masa enfurecida, y él, para acallarla y para demostrar su poder de emperador y de empresario, fue y procuró satisfacerlos. Claro, sin importar lo que Ella quería.
Se le presentó una noche en su cuarto, y mientras dormía le dijo: “vas a tener esto”. Entonces la desvistió, la poseyó, la violó, y cuando terminó de ultrajarla, le susurró al oído: “esto va a ser divino”, y se marchó por la ventana que minutos antes había violado también. Luego, vagó por las callejuelas oscuras de la ciudad entre entusiasmado y temeroso, pero feliz por haber hecho lo que le habían mandado a ser (perdón, a hacer) Juguete del destino. Juguete de la historia. Autómata. Se siente más tranquilo cuando hay un dios que lo ampara y justifica todo. Se siente muy tranquilo.

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