Pero es que no entendés que
cuando vas a ese cementerio de cosas muertas, en realidad vas a un cementerio
de cosas muertas.
Una parte está muerta, porque los
días mueren. Y mueren las flores, y mueren las estrellas.
No llores ahora porque mañana te
vas a morir.
Pintá de rojo el techito de tu
casa, y en el fondo hacé un pozo (pero no para vos, para una planta). Cuidá tu
jardín, cuidá la flor, matá a la hormiga que se come el tallo, que al final siempre
hay que andar matando algo para poder vivir.
Cuando a la noche vas a ese
cementerio, no vas a ese cementerio. Abrís una puerta de cosas olvidadas, y una vez que estás ahí: seguís, seguís.
No tengas miedo que ahí no hay
muertos, sólo recuerdos, infancias enterradas y algunas palabras, algunos
rostros también, algunos otros yo.
No corras, que estás soñando.
Tranquila, seguí una pista. Encendé una luz, que algo te está guiando. Claro
que hay una respuesta, pero no creo que quieras saberla.
Así es mejor. Dejá algo de
misterio.
Cuando te despiertes, no digas que no entendiste, porque entendés.
No te culpes si no podés aceptarlo. La verdad es terrible en el fondo oscuro y terrible.
Y duele más, a la mañana.
No te culpes si no podés aceptarlo. La verdad es terrible en el fondo oscuro y terrible.
Y duele más, a la mañana.
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