¡Si
pudiéramos ver el horno adonde creman nuestros sueños!
¡Si
pudiéramos ver el horno en que nos cuecen a fuego lento!
Si
pudiéramos contemplar, con serenidad, cómo se desintegran las cosas rotas.
Si
pudiéramos sólo contemplar, sin dolor, sin dolernos…
Pero un
corazón que late doliendo,
hace
mucho esfuerzo.
Pero un
corazón que late doliendo,
corre
el riesgo de detenerse.
La pena
duele. Está en el pecho.
se
aloja sin permiso,
Invade,
maldito huésped.
La pena
nos conduce, nos cega
nos
deja débiles.
¡Cómo podemos
sobrevivir cuando se carga con tanta pena!
La vida
se vuelve absurda, pierde su sentido.
Y
nosotros, perdemos el centro, y la cordura.
¡Si
pudiéramos ver el horno adonde creman nuestros sueños!
Las
lágrimas se teñirían de borrosas imágenes, de recuerdos viejos,
de
ilusiones vanas, de un otrora más bello, de un tiempo idealizado.
La
muerte de las cosas, nos hace valorarlas.
Pero
frente a las cenizas, no queda más que despedirse,
Volver
a la casa con calma,
por un camino amarillo.
Tomar
un té,
Respirar
hondo.
Levantarse
otra vez mañana, un poco olvidando.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario