Un experimento
Tenés que dejar que salgan las burbujas, porque si le quedan
burbujas, el líquido no irriga, entonces no puede pensar. Tenés que apretarle
ahí, ahí debajo del lóbulo izquierdo. Eso hacían en las lobotomías, presionaban
para obstruir el paso de lo que no servía, del fluido malicioso, de los
sedimentos malignos, amarillos. Hay que tener cierta precisión y pericia, pues
sino los resultados no van a ser tan buenos. Así está mejor ¿ves? Se está
poniendo violeta, eso es un signo de hematoma. Un hematoma está anunciando un
derrame, un buen derrame. Hay que saber aprovechar estos momentos. Mirar bien
bajo la curtiembre, raspar fuerte la primera capa de la dermis, la epidermis,
frotar, seguir con la yema del dedo el sentido en que corre la sangre, movilizarlo,
alejarlo del vaso roto, que el vidrio no se mezcle con el líquido que ya no
contiene. Es peligroso. Hay que separar lo rojo de lo verde, lo áspero de lo
suave, nada pero nada debe permanecer unido cuando ya se ha roto. Hay que dejar
que las cosas tomen su curso natural, o ayudarlas un poco con las manos, ayudar
a acelerar los procesos que ya se estaban dando. Separar lo malo de lo bueno.
Que no se enclave, que no se una, que la fusión no se produzca cuando hay
repelencia. Hay que levantar el cuero cabelludo, con cuidado, despegarlo de la
zona a tratar. Hay que arrancarlo despacio, como espinas a las rosas, y
cuidarse de hacer movimientos suaves, quirúrgicos. No hay que dudar ¿ves?
Porque si lo hacés, tu mano tiembla y entonces te volvés borroso y espantás a
la presa. Ella sabe que está atrapada, que no tiene salida, que depende de tu
voluntad, pero si empieza a sentir que tu pulso no es firme, va a encontrar un
momento para zafarse y entonces todo el experimento no va a servir para nada.
Hay que agarrar el cuello con las dos manos y después estar muy atento a la
producción de las burbujas y a la evolución de los colores. También pueden
aparecer gases y movimientos que no vas a poder medir con facilidad, pues su
intensidad puede que varíe. Atento a los ojos, atento a las temperaturas, a la
rigidez del cuerpo. Tenés que poder sentir la metamorfosis, el cambio de
energía, lo que se ausenta, lo que se va de manera imperceptible. Tenés que
apretar y esperar. Apretar y esperar. Lo demás, viene solo.
(Año 2004)
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