martes, 2 de octubre de 2007

El matrimonio


La mujer gorda estaba encajada en la reposera, con su barriga prominente mirando hacia el sol. Un gorrito desprolijo le caía sobre la frente. Las piernas desparramadas a los lados, desinteresadamente se enterraban en la arena hirviente. Una revista de chimentos abierta, sobre el abultado pecho pecoso.
Se mantuvo así largos minutos, echada como una vaca lánguida, despreocupada por despertar sensualidad. Después se incorporó con dificultad y se secó la frente transpirada. Tomó un sorbo de una gaseosa azucarada, y otra vez se tumbó en la reposera, que con valentía aguantaba la carne fofa y vieja.
Al rato, un señor flaquito y peludo, con un short cuadrillé y los músculos flaccidos, se acercó hasta la sombrilla clavada a un lado de la reposera con señora.
-Ey, Martha. Vamos al mar- le dijo.
- No me rompas las pelotas- masculló la vieja en un castellano deficiente.
-Dale, Martha, acompañame. Volvió a repetir el hombre con un acento que quería parecerse a la ternura.
-Te dije que no, viejo. Andá solo –bramó enfadada.
-Está bien, no te enojes. Pero es que hace más de una hora que estás ahí tirada…
-¿Y qué? ¿No puedo hacer cosas sola, yo? –dijo cada vez más enojada.
El señor se alejó en dirección al mar. Ella se volvió a acomodar, esta vez resoplando un poco.
Pasó una hora más.
El señor volvió. Se acercó a la mujer y le sacudió el brazo.
-Martha, Marthita.
-¿Qué?
- Vamos a caminar.
-Bueno, ayudame – dijo tratando de levantarse.
Hicieron algunas maniobras complicadas. La mujer estaba literalmente encajada entre los caños. El hombre flaquito hacía mucha fuerza. Finalmente lo logró. Ella se levantó protestando. Se quitó el gorro y luego se acomodó la remera de manera que le tapara la panza que le salía hacia fuera. Su cuerpo tenía la forma de un pato gordo, o de una gallina grasosa.
Era obvio que hacía años que no había sexo entre ellos. Domingos de asado y días que transcurrían entre la televisión prendida y la cena a las nueve.
Juntaron los objetos de playa y partieron discutiendo por nimiedades.
Mañana la escena se repetiría.

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