sábado, 30 de agosto de 2008

Pesadilla

Se levantó a las seis de la mañana. No podía dormir. Así, en chancletas y camisón salió de la casa. Fue al galponcito de atrás. Abrió el frezzer y de allí empezó a sacar bolsas plásticas. Después mató a unos pollos. Entró a la casa, primero con los pollos muertos, y después salió y volvió a entrar y lo hizo con las bolsas negras. Despejó la mesada. Allí lo puso todo. Abrió la canilla y dejó que corriera el agua.
Trozó los pollos; después el contenido de las bolsas. De los pollos salió sangre caliente; del otro cuerpo, nada.
Lavó incesante las partes. Tuvo ganas de vomitar.
Después buscó ollas. Sacó ollas de varios lugares de la casa. Ollas viejas y oxidadas.
Les puso agua; las dejó al fuego.

Mientras tanto, seguía lavando la carne.
Su madre, se levantó a las siete.
-¿Qué hacés levantada a esta hora?

Ella sintió que se iba a desmayar. En un sólo momento, en ese, se llenó de vergüenza. Advirtió lo terrible, lo siniestro. Se dio cuenta que se estaba volviendo loca.
-¿Qué hacés?
¿Qué contestar? El reloj marcaba las siete de la mañana. Hora absurda para hervir pollo.
-¿Qué hacés?
Se desmayó sosteniendo el pedazo de pie de su padre en la mano.

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