jueves, 5 de marzo de 2009

La Abulia


Le diagnosticaron abulia /¿A quién?/ A Maricel. Está abúlica. Tiene abúlica la cabeza. Los últimos días en la casa, los pasó en una mecedora de paja verde mirando por una ventana que daba a una pared. Yo fui a visitarla y estaba ida, perdida… no sé… le dije que creía que tenía que salir un poco, distraerse. Pero ella: nada. Sofía me contó que su tiempo lo repartía entre esa mecedora y la preparación de bizcochuelos de naranja. No sabés la pena que me dio. Varias veces traté de conversar con ella sobre trivialidades, pero te sale con frases como: “¿Qué habrá sido de Plíades? o “¿Sabés? Yo quería ser como Marguerite Yourcenar”. Si uno le pregunta sobre lo dicho, ella te mira queda y te dice: “¿Me hablaste?” Y entonces es obvio que no tenía registro sobre sus palabras. Pobre Maricel/ ¿Pero está internada?/ ¿Quién? ¿Maricel? Está abúlica, abúlica de muerte. No se le va a curar eso. Otro día fui –por Sofía- para cobrarle una deudita que tenía conmigo desde junio, y noté que su cabeza –la de Maricel- estaba hinchada. Yo tomaba té con Sofía en el jardín de invierno. Ella pasó por detrás nuestro, lenta como una babosa, con una tonicidad de muerta. No nos saludó. Pasó vestida de amarillo, con un vestido de tul pomposo que la hacía parecer una muñeca. Al voltear (creo que quiso mirarnos) descubrí su cabeza ligeramente más abultada. Como un globo. Le pregunté a Sofía: ¿Está bien Maricel? Y ella contestó inmutable: Tiene abulia./ Abulia, repetí./ ¿Eso se cura?/ Sí, dijo, pero depende de la voluntad, y ya sabés… Maricel no tiene voluntad /¿No?/ No./ Pero yo te digo –y me responsabilizo de mi opinión-que ella está así desde que Pampa nos dejó./ A nosotras no nos afectó./ Bueno… a nosotras, pero Sofía desarrolló espasmos y Maricel… bueno, de su caso estamos hablando./ Claro. /Pero entonces ¿está en el hospital? No me dijiste./ Ah, bueno… estuvo, pero ya no. Parece que sí, como unos diez días, cuando la abulia se puso aguda. Dice Sofía que la cabeza se le había hinchado tanto, que ella misma tenía que acompañarla para que no se le fuera para atrás y se desnucara. Andaba con un cuello ortopédico y una vara que la sostenía. Pero no aguantó más y tuvieron que internarla para drenarla./ ¿Y qué le sacaron, líquido?/ No, aire. ¿Podés creer? Le pusieron un catéter, por allí pasaron una aguja y con una máquina le extrajeron el aire/ ¿Y eso afectó sus funciones neurológicas? /No lo sé… a lo mejor… Sofía dice que desde que le atacó la abulia, Maricel no fue la misma, pero yo digo que no es la misma desde que Pampa nos dejó./ ¿Y por qué Pampa nos dejó?/ No lo sé. Parecés un chico preguntando: “por qué, por qué”… Y yo qué sé… un día se fue, como se van las cosas. Te cuento de Maricel. /¿Se curó?/ ¡Nooo! Te dije que está abúlica. La abulia no se va. La internaron-la drenaron-volvió a su casa- no volvió Pampa-volvió la abulia. /¿A nosotras también nos puede agarrar?/ Si no nos cuidamos, si./ ¿Y de qué hay que cuidarse? /De que te agarre la abulia/ ¿Y como te agarra?/ Si tenés las defensas bajas, si estás deprimida, si extrañas mucho./ Yo extraño mucho a Pampa./ Entonces pensá en otra cosa. A Maricel al principio la salvaron las tortas de naranja./ A mí no me gusta hacer tortas./ Ponete a tejer. No hay que sentarse en las mecedoras. /¿Y Sofía?/ Ella ya se está poniendo abúlica, pero lo disimula./ ¿Estamos en riesgo?/ No, si nos movemos todo el día. Si nos movemos todo el día no va a pasarnos nada./ Pero yo si me muevo mucho me canso./ Cansarse es señal de abulia. Hay que cuidarse, cuidarse de no cansarse. Moverse, aunque sea estéril. Pero hay que tratar de no ser estéril, sino te volvés abúlico. /¿Corremos peligro?/ Si, porque las chicas contrajeron la enfermedad y porque Pampa ya nos dejó a las cuatro. /¿Entonces?/ Vamos a seguir conversando, así no nos ponemos abúlicas. ¿Te dije que le diagnosticaron abulia? /¿A quién?/ A mí.

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