viernes, 19 de noviembre de 2010

En su reino


Lentamente la hoja de un libro danza hasta caer sobre una montaña de iguales. La yema del dedo acaricia los bordes y un dolor finito abre en la piel un canal.
La sangre gotea dulce sobre unas letras desgastadas. La mancha devora la letra “a”
Una reina avanza destartalada por un tablero uniforme. Se va a romper.
Yo espero del otro lado.
Los ojos bien abiertos, y la reina avanza pequeña y frágil. Es tan delicada que no puedo más que amarla: su cabellera rubia olor a azafrán, las puntas de sus dedos del pie, sin uñas.
Admiro su delicadeza. Me quedo quieta. Me sumerjo en el sueño que propone el caminito de palabras impresas.
Una mosca gigante le sigue los pasos. Me pica la nariz. Me duermo. Me sangra. No quiero dormirme. Me mareo. La reina levita.
Es un espacio blanco. No hay ventanas. Me invita a saltar. Nos elevamos. Reímos después. Murmuramos algo. Caemos. El piso es de piedra, la noche es de piedra tallada. La reina es de mármol.
Me duele la cabeza.
Me voy yendo. Los huesitos me sueñan.
Se va a romper.
Se va a romper.
Se rompe.
Se quiebra mi cabeza
Los ojos enclavados en la maqueta la ven partir
Yo la persigo
Me desespero
La persigo
Porque su universo es hermoso,
Y el mío, es.